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Si Cleopatra sedujo a Julio César justo en el momento en que llegó a su palacio…


¿Por qué mucha gente recomienda hacerse la difícil y esperar un tiempo antes de darle lo que él quiere?


Para comenzar tenemos que dejar claro que enamorar a un hombre no depende del tiempo.


Fácilmente podrías hacerle esperar tan solo dos días y enamorarlo si sabes cómo.


Existen 2 formas de hacer esperar a un hombre. Una es la correcta, la otra lo va a alejar poco a poco.


La forma correcta consiste en hacerle esperar teniéndole en frente mientras su deseo sube al máximo.


Por ejemplo, en un momento de pasión, permitir que las cosas lleguen a un nivel profundo, besos y caricias solamente.


Se trata de antojarle tanto como sea posible, sin ofrecerle sexo aunque lo quiera en ese momento.


De esta manera el hombre quedará teniendo un recuerdo positivo y sus fantasías seguirán fluyendo.


Días, semanas, meses, todo depende de qué tan especial se esté mostrando el hombre en medio de la relación y qué tanta confianza te genere.


La forma incorrecta consiste en hacerle esperar, no contestando sus mensajes o invitaciones a salir.


Mientras más cerca lo tengas más oportunidades tendrás de decidir si quieres hacerle esperar o darle lo que quiere. Dependiendo de su comportamiento y qué tanto compromiso esté mostrando.


En el libro «El Arte De La Seducción» de Robert Greene se hace referencia a un error, el cual consiste en mostrar una actitud antipática en el momento en que el hombre hace una demostración de interés.


Muchas caen en este error porque piensan que así le están haciendo esperar.


Cleopatra (69 a.C – 30 a.C) no enamoró a Julio César (Emperador Romano) huyendo de él o mostrándose antipática. Lo que ella hizo fue asegurarse de tenerlo cerca para ir jugando con sus emociones todos los días.


Cleopatra se escondió en una alfombra enrollada para llegar donde el emperador romano sin que nadie lo notara, y desde el primer instante se dedicó a envolverlo en una fantasía.


Lo que Julio César veía todos los días era una mujer que se transformaba ante sus ojos y jugaba con sus emociones. 


En el momento en que llegaba la noche, la mente de Julio César giraba en torno a Cleopatra.


Cleopatra sólo le dio a Julio César lo que quería en el momento en que su mente estaba absolutamente dominada por su presencia.


Esto demuestra que enamorar a un hombre no depende del tiempo, depende de qué tanto se lleve su mente a un estado de enamoramiento.


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